domingo, 13 de abril de 2014

Noche

Es una mañana oscura y sombría; lóbrega. A cada paso que doy las baldosas rechinan, molestas por su espantoso destino. Mi mente, baldía, no piensa en otra cosa que escapar. Cierro la puerta y enciendo un cigarro. Cada calada una bendita maldición, noto el denso humo gris desgarrando mi garganta y abrazando mi rostro.

Un frío viento que proviene de la calzada me desvela. Huele a humedad urbana, es asqueroso, pero a la vez me resulta agradable. Llevo tantos años viviendo con él que no me importa. Como un disco rayado que nunca para de sonar, me repito e inicio el mismo paseo de siempre hacia la rutina. Todo el mundo duerme, todos menos aquel perro guardián que hace años que veo, pero que aún no sé su nombre. Le saludo, por un momento él no se acuerda, pero se esfuerza en pensar y consigue darse cuenta. Vagamente, alza su mano hasta la visera de su gorra y la sacude.

Todo está igual. El señor, resguardado en su garita, las plantas, los edificios… incluso el viento. No estoy despierto. Ni veinte años de trabajado sufrimiento me acostumbran a este infierno. Otra calada. Es lo único que me aleja, sé que acabará matándome, consumiéndome del mismo modo que yo a él. No me quejo. Creo conocer las consecuencias y no me molestan. Voy con todo.

Me gustaría cerrar los ojos por un momento y aparecer en una isla vacacional, a salvo. Pero la escarcha de la baranda me lo recuerda. Es invierno. Particularmente frío el que azota estos tiempos. No me molesta. Sólo necesito que el tiempo mejore, sin referirme al ambiente.

Agotado. Estoy harto de permanecer siempre en guardia. Quisiera estar en calma, un día, una hora, un minuto, un instante. Siempre pensando en el final y no en el principio. Otra calada. Lo más parecido a eso es este cigarro; me ayuda, me consuela, me apena…

El sol aún no aparece, holgazán, espera a que le llamemos, guardián de la vida y del tiempo. Si yo fuera él, permanecería quieto. Así no pasarían los días, tampoco el tiempo.

3 comentarios:

  1. No sé cómo me he sentido, pero las palabras me han abrazado y me ha sabido entre dulce y amargo... Ojalá nunca se consuma ese cigarro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ésa era la intención, me alegro de haber sido capaz de transmitirla, y de que hayas sido capaz de captarla.
      ¡Muchas gracias por comentar!

      Eliminar
    2. Parece que se nos da bien captar cosas que quieren ser transmitidas.
      ¡De nada!

      Eliminar