sábado, 18 de octubre de 2014

Dejemos

Nuevamente me miro la muñeca y me despejo, dejemos que esta noche nos guíen las estrellas y no las agujas de un oxidado reloj que no me importa.

Hoy el tiempo no sucede,
marginado,
recrimina desde su rincón dorado
la lluvia de un sol apagado.

Hoy no hay horas,
no hay días,
ni historias.
Dejemos que las nubes tapen esa cuenca absorta
de estrellas,
que a los antiguos guiaron
y a los modernos embaucaron.

Hoy no tengo calendario,
ni agendas,
ni gente que confunda una eterna apuesta
de saber,
quién es quién y quién no también.

Hoy es un mundo más parado y quieto,
dejemos que los versos detengan este momento.

Dejemos que no haya sombras,
ni luces,
ni farolas desgastadas
anhelando deslumbrar las olas
de la magia
y las palabras,
de la infancia
de las almas.

Brillemos en un mundo más amargo,
lloremos en un utópico letargo.
Destruyamos este edén
y esa falsa visión del bien.

Dejemos la dejadez,
la vejez,
dejemos eso también.


Porque de este cuarto de segundo,
tan sólo ha pasado la mitad,
y en este instante tan profundo,
tan cargado de verdad,
aún sigue parado el mundo,
en mi fantasiosa realidad.